El 8 de marzo y el habitar

Por Macarena Solar

¿Qué tienen que ver?

¡Todo! Aunque contextualizaré un poco para empezar. Al menos en Chile, la llegada del mes de marzo implica bastante locura, lo cual tiene su cuota de realidad y también los medios de comunicación hacen lo suyo. Lxs niñxs entran al colegio, aumentan los tacos en Santiago –tema país, que sólo le interesa a una parte del país, pero bueno, eso es tema para otra columna-, la vuelta masiva a la vida laboral en todo el país, y junto a lo anterior el 8 de marzo, día internacional de los derechos de la mujer.

Para muchos se “celebra” el día de la mujer, y digo celebración porque tal como el de la mamá, el del papá, de lxs niñxs, etc., es un día comercial donde se regala la combinación de flores y bombones, se envían cadenas de mensajes por whatsapp felicitando las labores que realizan las mujeres, aparecen descuentos en centros comerciales por el mismo porcentaje que nos distancia en salario de los hombres, y un sin fin de materializaciones para validar nuestro trabajo no remunerado. En realidad no lo necesitamos y no lo queremos.

Sin embargo y paralelamente a esa celebración del retail existe otro 8 de marzo, uno que nace con el objetivo de conmemorar una huelga que levantó un grupo de mujeres trabajadoras de la industria textil en la ciudad de Nueva York en el año 1857, con el objetivo de mejorar las precarias condiciones laborales en las que se encontraban. También, recordar la muerte de 147 mujeres y 23 hombres el 25 de marzo de 1911, en una industria en la misma ciudad, producto de un incendio del cual no pudieron escapar, ya que las puertas y escaleras habían sido cerradas por los responsables de la industria, práctica común de la época para evitar robos. Por lo mismo, creo que no es una instancia para celebrar y reitero, mucho menos para regalar flores ni bombones.

Sin duda que muchos de estos hechos pasados han configurado nuestra historia, me atrevo a decir que al menos a nivel occidental y nacional, y han significado cambios a niveles institucionales para nosotras, sin embargo, y me pueden tildar de pesimista, creo que no es suficiente y no soy la única. Es cosa de escuchar las noticias todos los días y sentir que no pasa nada. No hay justicia, sólo más mujeres muertas, perdón, asesinadas, violentadas, etc. Eso es lo más gráfico y lo más fácil de incorporar a nuestro imaginario. Pero qué pasa con nuestras vidas cotidianas, y por cierto pensarán ustedes, ¿qué tiene que ver todo esto con el habitar de las personas y específicamente con el de las mujeres?

Desde mi parecer tiene que ver con todo, así bien revuelto. Tal como no podemos disociar la mente del cuerpo, no podemos separarnos del espacio que habitamos. Quizás todas las mujeres podemos relacionarnos con esos sentires y espacios. Desde chicas nos educan a ser mujeres, y no me refiero a ser cualquier mujer. Me refiero a esa mujer que aprende a llevar una casa y a criar desde el juego, también a la que socialmente se le indica cuáles son los espacios sociales y físicos correctos para estar. Nos dicen qué carreras estudiar, sino, hoy no habrían campañas circulando por televisión abierta diciéndole a las niñas y quizás a las no tanto, que también pueden ser científicas, astronautas, pensadoras, gasfiter, o lo que quieran. También nos dicen en qué lugares podemos andar y en qué horarios.

Es distinto para una mujer caminar de noche, cuidar en la ciudad, trabajar, viajar, y hacer un montón de cosas que involucran moverse por los espacios que hay para “todxs”. Por eso pienso que no hay luminaria ni programa de diseño urbano que lo arregle. Es algo que va más allá de la arquitectura y de la planificación en sí misma, ya que las anteriores son herramientas, y éstas las hacemos y ocupamos las personas. Más bien, las hacen y usan unxs pocos para otrxs pocos, porque si hilamos fino, la ciudad no es para todas las mujeres ni hombres, ni todxs lxs niñxs, ni todxs lxs adultxs mayores, ni para todas las personas con movilidad reducida, ni para nadie que no se ajuste al modelo de persona productiva que habita una ciudad productiva que fue diseñada para un modelo productivo.

Este binarismo entre producción y reproducción lo vemos retratado en las casas, en los barrios. Vemos a la cadena completa de mujeres haciéndose cargo de lxs niñxs, propixs y de lxs vecinxs, de lxs familiares, porque paradójicamente son ellas quienes lo han hecho históricamente, y no porque hayamos sido bendecidas con un cromosoma especial, sino porque la mezcla entre patriarcado y capitalismo se ha tomado de nosotras para avanzar hasta en los espacios más ordinarios e impensados, como nuestras casas, porque el habitar cotidiano es el nudo más complejo de resolver.

Para mí éstos son motivos para marchar y más aún, para pensar en cómo llevamos nuestra cotidianeidad, en cómo construimos el aquí y el ahora que se desenvuelve sin futuro y avanza en la necesidad de solucionar la exigencia del momento. Ahí, donde radican las prácticas más difíciles de cambiar, y quizás también las acciones más revolucionarias de hacer. Porque para las mujeres, las disidencias y cualquiera que se atreva a cuestionar el estatus quo de este universo el futuro no está asegurado, basta con que llegue un hijo sano del patriarcado y nos mate.

PD: Aprovecho de pasar un aviso de utilidad pública, que anda dando vueltas por las redes sociales para los compañeros que quieran participar del 8M. Dice así:

 

Soy Hombre. ¿Qué hago el 8M?

Júntate con tus amigos y charlen sobre el tema

Si eres papá: encárgate de tus hijxs

Si eres amigo: ofrécete de niñero

Si eres compañero de trabajo: cubre a tu compañera

Si eres jefe: dale el día libre a las mujeres

Si eres profesor: no pases lista ese día

Si eres director de teatro: cancela ensayos y funciones

Releva en tu familia a las mujeres cuidadoras

Si tienes una relación con una mujer, ponte a su disposición para que pueda asistir

Si trabajas en un medio: promueve que sean tus compañeras las que cubran el para (salvo que paren)

Si eres compañero militante: difunde el evento entre mujeres y esta lista entre hombres

Si vas a la marcha (porque ninguna mujer necesitó de ti para poder ir): escucha más y habla menos. Quédate en las filas de atrás. No des órdenes ni dirijas. Busca grupos mixtos y respeta los grupos separatistas.

 

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