Antanas Mockus y el derecho a la ciudad justa en Chile
Por Claudio Pulgar Pinaud, Académico INVI (@cpulgarpinaud)
El jueves 25 de noviembre se realizó el seminario “El derecho a la ciudad justa” organizado por la Municipalidad de Maipú. El invitado central fue Antanas Mockus, ex Rector de la Universidad Nacional de Colombia (equivalente a la Universidad de Chile) a principios de los noventas, justo después de que la Asamblea Constituyente Colombiana redactará y promulgará la democrática y progresista constitución de 1991. Mockus desde el mundo académico -es filósofo y matemático- pasó a ser Alcalde mayor de Bogotá D.C. en dos períodos, primero de 1995 a 1997 y luego de 2001 a 2003, instalando un nuevo estilo de hacer política local centrada en la cultura ciudadana y el espacio público. Y además fue el candidato revelación en las últimas elecciones presidenciales en Colombia, pasando a segunda vuelta como carta del Partido Verde.
Bogotá era en la década de los noventa una de las ciudades más inseguras del mundo, además de tener condiciones precarias de equipamientos urbanos, caos en el transporte público y una gran disparidad en la distribución de los servicios públicos, entre otros. La gestión a cargo de Mockus en la alcaldía, y luego de Peñaloza y Garzón , alcaldes independientes que siguieron la línea “ciudadana” del primero, transformaron la ciudad en un ejemplo de gestión urbana y de inclusión. Entre los proyectos emblemáticos estuvo el Transmilenium, la construcción de escuelas y bibliotecas públicas, la red de ciclovías, la recuperación de los espacios públicos, regularización de los “barrios informales” y en especial la instalación profunda de la “cultura ciudadana”, entre otras iniciativas.
En su charla magistral en Chile Mockus habló de temas trascendentes en la ciudad, pero desde un enfoque cercano y académico, sin complicaciones ni tecnicismos, sino que con muchos ejemplos y anécdotas. Habló de cómo pasó de liderar la reforma en la Universidad Nacional de Colombia como Rector, instalando el tema de la cultura ciudadana, que luego llevaría a la Alcaldía de Bogotá. Descubrió en la reforma universitaria, que todo lo que está en el papel se puede modificar, pero cambiar las prácticas es más difícil, y a eso apuntaba el nuevo paradigma de ciudadanía.
Desde una perspectiva centrada en la ética y la alteridad dialogó en un formato de asamblea con el público asistente al seminario en Maipú, haciendo un interesante ejercicio de participación e involucramiento de la gente en la discusión. Preguntó por ejemplo ¿por qué se guían más para actuar: por intereses, razones o emociones?, relevando nuestro papel como sujetos morales, legales y sobre todo culturales. Habló de lo normativo desde lo punitivo y el reconocimiento social, con ejemplos como los mimos o las tarjetas de “buen ciudadano” (al estilo de un árbitro de fútbol) que instaló en las calles de Bogotá durante su gestión, elementos provocadores centrados en la educación ciudadana.
Constató que una ciudad justa tiene que ver con los tributos y para quién van dirigidas las plusvalías urbanas, aclarando que “la gente estará dispuesta a pagar más tributos cuando los recursos públicos sean bien manejados”, destacando la transparencia en la gestión pública. Ejemplificó el tema de los tributos con datos internacionales como que en Guatemala se tributaba menos del 12% de su PIB, en Colombia el 22 %, en Brasil y EEUU el 35%, en Francia el 44% y en el norte de Europa más del 50%, llegando ahí a altísimos niveles de vida. Reconoció que “América latina debe bien manejar sus recursos públicos, con la consigna recursos públicos son recursos sagrados”.
Frente al tema urbano destacó que el espacio público es limitado, “entonces hay que priorizar empezar por los peatones, los ciclistas, el transporte público y al final los carros (autos)”. Es importante destacar la red de ciclovías que se ha construido en Bogotá en los últimos años. Tuve el placer de conocerlas y usarlas, y realmente funcionan como un elemento integrador del tejido urbano, dada su interconexión, como sus grandes distancias y el alto nivel de diseño.
Expuso otra interesante anécdota sobre el proceso de expropiación de una cancha de golf de un exclusivo club que había quedado inserto en la trama urbana, para hacer un parque público. De cómo había costado convencer a los privados de lo necesario de la operación en beneficio del bien común. Ejemplo interesante que podría replicarse en Santiago donde existen muchos espacios verdes privados que podrían convertirse en espacios públicos.
Hizo importante hincapié en la ampliación de la oferta de la educación pública, fomentando la construcción de escuelas públicas y de cómo no sólo los más pobres, sino también la clase media se empezaron a ver apoyados por estas políticas. Tema muy pertinente con la contingencia en Chile y el rol del sector público frente a la educación.
Contó como en varias editoriales del Diario El Tiempo de Colombia, un equivalente a El Mercurio, lo habían tildado de tener una posición de “fundamentalismo anti clientelista”, cosa que más que molestarle le pareció un alago, debido a la cultura clientelista instalada en la política colombiana, y porque no latinoamericana. Frente al tema de la corrupción dijo que otro de sus lemas junto a su equipo de trabajo era “nunca ofrezcas o pidas en privado lo que no podrías hacer en público”, destacando el rol de la transparencia máxima en la gestión pública.
Luego en el almuerzo, al que invitó el Alcalde de Maipú Alberto Undurraga a algunos actores del mundo académico, pudimos conversar más profundamente sobre la participación y el mejoramiento de los barrios de Bogotá, desde el entendido que en la capital colombiana más del 40% de la ciudad es “informal”, es decir, urbanizada por sus propios habitantes, y en este territorio vive el 60% de la población.
Conversamos del rol de la academia y su vinculación con la política, así como sobre cómo podíamos influir en las políticas públicas. El tema central tiene que ver con instalar la cultura ciudadana, que no es más que democratización y participación vinculante de los actores sociales.
Discutimos también sobre las perspectivas del Partido Verde colombiano, que con la sorprendente campaña presidencial se convirtió en la segunda fuerza política del país caribeño, con una propuesta muy potente que recoge la experiencia de la cultura ciudadana instalada por Mockus en Bogotá, y continuada por otros alcaldes como Peñaloza y Garzón, así como por otro académico-político no tradicional ex Alcalde de Medellín, Fajardo, todos aliados y unidos en el Partido Verde, que al parecer entusiasma muchísimo a los jóvenes urbanos que se habían mantenido alejados de la participación política.
Para los que venimos trabajando hace un tiempo desde el enfoque de derechos en políticas públicas y especialmente desde la propuesta del derecho a la ciudad (desde los enfoques de Lefebvre a Harvey, pasando por Ortiz en América Latina), agradecemos que se ensanchen y multipliquen los espacios de discusión de estos temas, especialmente desde los gobiernos locales, porque claramente además del rol movilizador de la sociedad civil se necesitará de la voluntad política de otros actores, especialmente locales, para instalarlos en la agenda pública nacional. Además vemos en el perfil de Antanas Mockus un claro ejemplo del rol político y propositivo que deben llegar a jugar los académicos comprometidos con lo público.