Ruralidad móvil: habitar y desplazarse fuera de las ciudades.
Por Liliane Etcheberrigaray C, Arquitecto.
Por Desde hace un tiempo circulan historias diversas sobre personas que hacen grandes esfuerzo por desplazarse hacia sus escuelas y trabajos. Hemos seguido historias de niños que deben cruzar un río sobre cuerdas para acudir a clases, ancianas que recorren kilómetros en bicicleta o familias que adaptaron su bicicleta para anexarle la silla de ruedas de su hijo y poder llevarlo al jardín infantil.
A pesar de todo lo que podamos ver, seguimos ignorantes respecto a lo que sucede en temas de movilidad fuera de nuestras ciudades y alejados de nuestra realidad. Cuando tratamos de imaginar la movilidad en el área rural, inmediatamente evocamos imágenes pintorescas de huasos a caballo o personas caminando o pedaleando por caminos sin pavimentar. Más allá de evocarnos paisajes rurales no nos ponemos en el lugar de aquellos que diariamente conviven con diversas dificultades para hacer las mismas cosas que las personas que habitan en la ciudad.
Estas palabras tienen como finalidad reflexionar respecto al concepto de movilidad cotidiana, entendiéndose ésta como “aquella práctica social de desplazamiento diario a través del tiempo y espacio urbano que permite el acceso a actividades, personas y lugares“[1], desde la mirada del habitante “no urbano”, aquel que reside en comunas alejadas de nuestro país, ciudades pequeñas con gran componente rural, ajenas a la inmediatez de las ciudades y el acceso a equipamientos y servicios.
La experiencia de desplazarse a través del tiempo y del espacio para llegar a los lugares donde los habitantes satisfacen sus necesidades básicas de consumo y recreación, merece ser reflexionada desde la perspectiva de las áreas rurales, al influir directamente en su calidad de vida. Cabe preguntarse cómo influyen las prácticas de movilidad cotidiana en la vida de los habitantes rurales, aislados de la turbulencia de la ciudad y alejados de todo lo que un habitante urbano tiene a su alcance: sistema de transporte, espacios públicos, equipamientos culturales, comercio, servicios, establecimientos de salud y educación.
“Los desplazamientos cotidianos siguen siendo altamente significativos en el análisis urbano, precisamente porque es en la experiencia cotidiana que se pueden comprender varios aspectos de la calidad de vida urbana.” [2]
Tomando como referencia lo señalado por los autores, es necesario precisar cómo son los desplazamientos cotidianos de los habitantes rurales en relación a diversas variables, y cómo el tiempo empleado, los modos de transporte y las relaciones sociales inherentes a estos desplazamientos, moldean la vida de los seis millones de habitantes rurales de nuestro país.[3]
Sabemos lo difícil que es para los niños rurales acceder diariamente a sus escuelas, o lo casi imposible que es que los adultos mayores de trasladen a los lugares de atención de salud primaria, pero pocas veces relacionamos esta situación de carencia y sacrificio al concepto de movilidad, entendiendo que una mejora en éste ámbito puede disminuir la inequidad y mejorar su calidad de vida.
El limitado acceso a los equipamientos de salud y a la educación que presentan las áreas rurales es un indicador de graves carencias en materia de accesibilidad, lo que impacta directamente en el bienestar de las familias. Se está hablando poco de los desplazamientos rurales en relación gran al impacto que éstos tienen para el habitante en su dinámica cotidiana.
La movilidad del habitante rural se ve condicionada a los ingresos. Las distancias en las áreas rurales son muchas veces mayores que en la ciudad, y sin embargo, no cuentan con sistemas de transporte que pueda sustentar un pulso frecuente de desplazamientos dentro del territorio. Por esta razón, los habitantes deben movilizarse de maneras diversas, ya sea a pie, en bicicleta, en caballo, camiones, siendo determinante el tipo de redes sociales que una persona posea para poder desplazarse.
Imágenes: Tomás Leyton M.
La movilidad nos habla de la experiencia social de ocupar el espacio en movimiento, de las dificultades que los habitantes encuentran diariamente en sus trayectos.
Si no comprendemos esas experiencias de movilidad, no podremos dar respuesta como profesionales y planificadores, y contribuir a mejorar la calidad de vida de dichos habitantes, quienes diariamente ese enfrentan a múltiples barreras para moverse y poder desarrollarse.
[1] Jirón M. Paola, Lange V., Carlos y Bertrand S., María. Exclusión y Desigualdad Espacial: Retrato
desde la movilidad cotidiana. En: Revista Invi Nº 68 / May 2010 / Volume Nº 25: pp. 15-57.
[2] Jirón M. Paola, Lange V., Carlos y Bertrand S., María. Exclusión y Desigualdad Espacial: Retrato
desde la movilidad cotidiana. En: Revista Invi Nº 68 / May 2010 / Volume Nº 25: pp. 15-57.
[3] DESARROLLO HUMANO EN CHILE RURAL. (2008), Estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
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