Olla común en Villa Frei
Por Claudio Olivares
Estas dos voluntarias llevan de regreso a sus casas las ollas recién lavadas utilizadas en el ritual de la olla común.
La situación a nivel global está compleja. La fuerte crisis social que vive el país, la que ha sido expuesta aún más por la emergencia de la pandemia, difícilmente le sea ajena a alguien. Esta última ha dejado al descubierto las tremendas desigualdades sociales, urbanas y económicas que golpean duro a nuestra sociedad.
Exponerse a las noticias globales de los medios masivos, los “oficiales“, probablemente nos termine hundiendo emocionalmente a todos, arrastrados al fondo encadenados al pesimismo y la tristeza.
Para salir adelante y superar esta crisis, es necesario centrar nuestra energía en lo local, lo que está al nuestro alcance social, a pesar de la distancia física. También ayudará a alimentar el espíritu llenarnos de energía positiva.
En la Villa Frei, como en muchas otras partes del territorio nacional, las personas se han organizado para apoyarse mutuamente dentro de sus territorios, haciendo nuevamente de la cercanía en una virtud. La distancia social ha tendido a acortarse mientras mantenemos la distancia física tanto como podamos.
Mi trabajo es predominantemente callejero, por lo que la cantidad de registro fotográfico se ha visto disminuido fuertemente. Eso ha hecho que cada momento que puedo estar fuera aprovecho de conversar con las personas que me encuentro, logrando enterarme, más allá de las redes sociales, de lo que está pasando en nuestro lugar.
Las dos vecinas en la imagen son voluntarias, que junto a otras personas y organizaciones, entre ellas la junta de vecinos, se han organizado para recolectar alimentos y útiles de aseo para entregar almuerzos mediante ollas comunes y también cajas con mercadería para distribuir en los hogares de la misma villa y también sus alrededores. Más de 40 familias se han inscrito para ser receptoras de esta ayuda solidaria y cuidado en comunidad.
No se trata sólo de juntarse y cocinar. Esta es una iniciativa que requiere atención a varios temas dentro de una cadena completa de apoyo mutuo: difusión, recolección, clasificación, almacenamiento, catastro de familias, entrega. Quién no puede dar cosas, puede aportar con tiempo y manos. La logística que demanda este trabajo de auto-cuidado comunitario tiene labores variadas.
Todos los martes jueves y sábado de 12:30 a 14:30 horas y los domingo, durante la olla común, entre las 13:00 y 16:00 horas, se están recolectando alimentos no perecibles, útiles de aseo y otros elementos que ayudan no sólo a los más grandes, sino también a los niños, muchas veces olvidados o no tomados lo suficientemente en cuenta cuando se hace campaña solidaria: Bienvenidos también los chocolates las galletas y colados.
En cuanto a los tipos de donaciones, hace falta poner enfásis en útiles de aseo, especialmente útiles del cuidado íntimo femenino. Pañales para niños, niñas y adultos, colados, pasta de dientes y cepillos son altamente necesitados también.
No creo ser el único al que le afectan las noticias a nivel nacional e internacional. Su carga negativa y generalmente pesimista de la situación es algo que podemos evitar. Sabemos que hay desconfianza en los gobiernos, sabemos que hay una crisis política y económica fuerte, sabemos de la desintegración urbana y social que sufre nuestro país producto de sus últimos 45 años de historia. Por eso comparto este pequeño relato a partir de una foto y los valiosos 10 minutos de conversación con mis vecinas, con el fin de invitar a conectarnos con lo que está pasando, pero a nivel local, volver la mirada al barrio, a nuestros vecinos, a la gente con la que compartimos y construimos nuestro territorio. Es ahí donde la mayor cantidad de nuestra energía, como habitantes y como vecinos, puede ser mejor utilizada. Un reclamo en las redes sociales es nada comparado con 15 minutos o una hora dedicada a apoyar el trabajo comunitario, el que además nos va a hacer sonreír desde el interior de nuestra panza hasta nuestros labios. Aunque tengamos la boca cubierta con mascarilla, esa sonrisa va a ser visible y nos va a alimentar el alma.