Ñuñoa: ¿Patrimonio turístico?
Por Rodrigo Gertosio*
Imagen Portada: Barrio italia (Providencia), Cerro Alegre, (Valparaiso). Gentileza de Fernando Lobos Miralles**
El día 28-12-2016 fue entregado al Consejo de Monumentos Nacionales el expediente para solicitar la sexta (y mayor declaratoria) de Zona Típica y Pintoresca (ZT) de Ñuñoa: el barrio Suárez Mujica. De aprobarse esta solicitud, serían aproximadamente 22.840 habitantes y más de 137 há, equivalentes al 8.2% de la superficie municipal bajo alguna ley de protección del patrimonio (5 ZT + 1 Zona de Conservación Histórica ZCH).
Es importante recalcar que todas las declaratorias de ZT de Ñuñoa fueron impulsadas por sus mismos habitantes como una reacción de defensa ante la explosión inmobiliaria, producto de un plan regulador permisivo que provocó que Ñuñoa alcanzara una audaz e irresponsable tasa de crecimiento de la población de un 27% sólo en el periodo 2002-2010.
La tardía (y necesaria) reacción del municipio frente a este escenario “patrimonializado” se tradujo en el inédito proyecto de la creación de un organismo de Patrimonio y Turismo de Ñuñoa, cuya primera carta de navegación es la “Propuesta de Política Municipal del Patrimonio Comunal de Ñuñoa” que entre otras cosas, coordina el SECPLA para ayudar a las comunidades con las postulaciones a fondos de Patrimonio. Busca además provechar los beneficios del “plan de Inversión del espacio público”, así como también apoyar a las comunidades en sus actividades patrimoniales, entre otros puntos desarrollados en el documento.
Hasta ahí todo bien.
Sin embargo, resulta llamativo el punto 3.4 referido a “vincular la presente política de patrimonio con proyectos turísticos”.
Es bueno recordar que, lo que va quedando del patrimonio de Ñuñoa, son escasas casonas aisladas (no palacios) de estilo de principios del siglo XX, muchas demolidas, otras adaptadas como restaurantes y oficinas y los grandes conjuntos habitacionales de Arquitectura Moderna producto del exitoso tándem EMPART – CORVI.
La población de Sub oficiales de Caballería, el conjunto EMPART Salvador Sur, la Villa Frei, la Villa Olímpica y en un futuro cercano el barrio Suárez Mujica, son todos barrios residenciales modernos, en cuyos expedientes para solicitar la declaratoria al Consejo de Monumentos aparece desarrollado explícita y transversalmente el concepto de “Vida de Barrio”, y es que, para los habitantes de las villas patrimoniales de Ñuñoa, la vida en comunidad, la arquitectura homogénea, la abundancia de espacio público, el sonido de los pájaros, y el negocio de la esquina convertido en centro social, son parte de un relato cultural que sus vecinos atesoran celosamente ya que sus valores están vivos, de manera cotidiana y le son propios.
Todo lo anterior abre una serie de interrogantes sobre la oportunidad de los barrios de Ñuñoa de abrirse y convertirse en foco de desarrollo turístico, haciendo pertinente abrir la reflexión acerca de qué tipo de patrimonio se puede turistificar y cuál no. El “cómo” unir armónicamente los dos conceptos que le dan título a la iniciativa municipal: “patrimonio y turismo” es una tarea de estrategia colectiva y mixta que merece la mayor atención posible, ya que el binomio Turismo + Patrimonio es el responsable de casos exitosos en el mundo, pero en nuestro país terminó con sistemas de vida para siempre gracias a los hoteles boutique de Castro, el comercio “cool” de Barrio Italia en Providencia y los nuevos restaurantes turísticos aledaños al paseo Atkinson en Valparaíso, entre muchos otros.
El mantener y potenciar el patrimonio como estilos de vida en las villas modernas de Ñuñoa es delicado, ya que la primera amenaza de los barrios cuando se les inyectan vocaciones turísticas exógenas son los cambios de uso de las viviendas (oficinas, minihoteles, subarriendos) y el tipo de comercio que las nutre, (la tienda de cupcakes en vez de la verdulería histórica). Esto podría generar un escenario complejo que torcería el ciclo de vida de cada barrio, llevándolos hacia una “cosificación” del patrimonio, que afectaría irremediablemente la dimensión social y urbana original.
Por ejemplo, la población de Suboficiales de Caballería (Kulczewski), posee la misma morfología urbana que el Barrio Italia (fachadas continuas, predios angostos y largos de fácil fusión, cercana a vías intercomunales y un Plan Regulador amenazante en sus bordes) convirtiéndolo en el caso más concreto sobre cómo la inyección de recursos externos produjo el ejemplo más claro de gentrificación y desplazamiento en Santiago.
¿Sería pertinente que la población de Suboficiales de Caballería tome ese rumbo? ¿Quién ganaría?
Por ello es que las estrategias Municipales Patrimoniales deben comprender y volcar sus esfuerzos en buscar mantener siempre la vocación y su uso residencial, jamás perdiendo la autogestión vecinal que los llevó a declararse Zonas Típicas, luciendo con orgullo, cómo una gestión mixta entre Municipio y vecinos sembró las bases de un sistema de puesta en valor que comprende que el patrimonio y el turismo no siempre se entienden bien.
Tríptico realizado por la Municipalidad de Ñuñoa en el día del patrimonio 2017
*Rodrigo Gertosio Swanston (1979), Arquitecto Universidad Central. Tesista del Magister en Hábitat Residencial, Universidad de Chile. Director de +Patrimonio
Encuentro que aqui en Concepcion hay que respetar mas la arquitectura patrimonial que tiene nuestra ciudad, hay algunas calles donde las personas le da lo mismo remodelar sus casas con vinyl siding americano dandole una fachada distina y sobretodo hecha de una forma no-profesional, sobre todo en las comunas aledañas donde no hay mucho recursos. Esta bien que seamos la segundad ciudad mas grande de Chile, pero el diseño hay que mantenerlo, al fin y al cabo sera lo que dejamos como historia para nuestros niños no?
No es necesario convertirnos en el New York del Sur… Eso esta claro.
Buen articulo!