Experiencias subjetivas de reconstrucción: Bajo la sombra de las estadísticas globales
Por Víctor Suazo Pereda
Para algunas y algunos, las cifras, los números y las estadísticas parecen ser verdades absolutas. Verdades incuestionables que no merecen discusión, pues “el número no miente”. El afán por objetivar la realidad es una aspiración bien arraigada en los estudios académicos y en la elaboración de políticas públicas, particularmente, en aquellas a través de las cuales se gerencian los procesos de reconstrucción. Esta búsqueda de objetividad suele restringirse a ámbitos donde las métricas, o protocolos de medición, ya han efectuado su proceso de “domesticación” de la realidad. Esa objetividad, sin embargo, deja de lado aspectos más problemáticos, complejos e imprevisibles de la vida en los territorios.
Cualquier forma de cuantificación supone un procedimiento de codificación que facilite la conversión de casos singulares en miembros de un grupo, eliminando con ello, las particularidades y complejidades que dificultan la elaboración de estándares comparativos. Al respecto, las estadísticas de los procesos de reconstrucción post-desastres no son una excepción, pues no toman en consideración aspectos no codificados, o “no codificables”. Al no ser codificados, no forman parte de la realidad a reconstruir, como si solo existiese una realidad posible.
En este sentido, los procesos de reconstrucción post-desastre, a los que aparentemente estamos tan acostumbrados en Chile, se tornan muchas veces instancias ideales para invisibilizar las subjetividades que emergen en ellos. La cantidad de pérdidas económicas, el número de viviendas reconstruidas, los plazos cumplidos y por cumplir, o los montos invertidos para la reconstrucción, son aspectos que suelen dominar el discurso de las autoridades encargadas del proceso. Todas ellas, cifras globales orientadas a demostrar el buen funcionamiento del proceso de reconstrucción.
Ahora bien, ¿Es posible interpretar los procesos de reconstrucción post-desastres en relación a aspectos de la vida cotidiana habitualmente considerados “no-funcionales” o para los cuales no se ha convenido en métricas estandarizadas? En otras palabras, ¿hay espacio en los procesos de reconstrucción para aquellas dimensiones de la vida no-productivas o no-funcionales como las emocionales, morales, subjetivas o religiosas? ¿Cómo los sujetos afectados reconstruyen aquellas dimensiones no-cuantificables de la vida como los recuerdos, la memoria o las experiencias?
En el proyecto FONDECYT N11140356, se ha buscado ahondar en la percepción subjetiva de la reconstrucción desde la voz de los propios afectados por el mega-incendio de 2014 en la ciudad de Valparaíso. Mediante un abordaje multi-métodos, que ha combinado entrevistas en profundidad, recorridos comentados, observación participante, talleres colectivos, entre otros, se ha buscado ahondar en la manera en que los sujetos afectados han experimentado el sufrimiento en el espacio y en conocer cómo reconstruyen sus propias realidades, que no siempre coinciden con la realidad de la reconstrucción expuesta por el discurso oficial.
La investigación nos ha permitido observar que, pese a los avances que puedan existir en materia de reconstrucción post-desastre de acuerdo a la estadística global, hay casos en los que, a la pérdida de materialidades como la vivienda, se suma el desplazamiento hacia ciudades como Los Andes, Villa Alemana o Quilpué. Aunque esta situación se integra en las estadísticas del avance y éxito de la reconstrucción, ha implicado la fragmentación de tejidos vecinales, familiares y laborales que existían antes del incendio, generando sentimientos de angustia, incertidumbre y desazón entre sus habitantes. Asimismo, algunos y algunas afectadas por el incendio que hoy residen en otras ciudades de la Quinta Región, han experimentado un cambio repentino del paisaje que los circunda, lo que, sumado a la experiencia traumática del incendio, les impide hoy – a tres años de la catástrofe – reponerse emocional y psicológicamente de lo sucedido.
Junto con ello, la pérdida de mascotas y animales, objetos heredados, fotografías o recuerdos familiares emergen constantemente en el discurso de los afectados como aquellos elementos que representan lo más doloroso de las pérdidas generadas por el incendio, en muchos casos, incluso más que la propia vivienda. No obstante, desde la perspectiva de la estadística global esto no es muy relevante, pues la vivienda ya está reconstruida y eso sí suma a las cifras exitosas de la reconstrucción.
En contextos donde la autogestión e informalidad emergen como estrategias territoriales predominantes, como tradicionalmente ha sido el proceso de poblamiento de los cerros de Valparaíso, el hábitat se construye movilizando recursos de familias y comunidades, experiencias individuales y colectivas, lazos y redes tejidas y sostenidas por afectos y emociones. Ello indica que subjetividades, hábitat y territorio se encuentran estrechamente vinculados por una sustancia que no figura en las estadísticas globales.
Finalmente, este “enfoque emotivo” es extrapolable a múltiples situaciones, al mismo tiempo que evidencia la necesidad y relevancia de incorporar aquellas dimensiones “no codificables” en los estudios territoriales. Experiencias de sufrimiento ambiental en comunidades por relaves mineros, extractivismo urbano en barrios por procesos intensivos de producción inmobiliaria en altura, percepción de inseguridad y violencia en el espacio público desde una perspectiva de género, desplazamientos de clases populares desde áreas centrales por las fuerzas del mercado y políticas subsidiarias de vivienda, son, entre un largo etcétera, algunos de los tantos procesos de producción del espacio urbano contemporáneo en los que las emociones y subjetividades de sus protagonistas están fuertemente en juego, aunque muchas veces, invisibilizadas bajo la sombra de las estadísticas globales.
Estimado Amigo, muy buena reflexión, de la cual estoy absolutamente de acuerdo. Es positivo ver que poco a poco surgen voces de alerta acerca del criterio economisista que ha guiado a nuestro pais en los ultimos 100 años, intensificado en las ultimas decadas.
Esta misma reflexion es valida para la salud, la educación y la planificación urbana en general, que son las claves del tramado social.