La bicicleta: un dispositivo de reflexión y activación urbana

Por Catalina Loren Santana

Licenciada en Antropología Social Universidad de Chile

Para ningún habitante de la ciudad de Santiago ha pasado desapercibido el progresivo aumento que han experimentado los viajes en bicicleta y la diversidad de ciclistas que circulan por calles, ciclovías, parques, y lamentablemente, veredas. Sin embargo, el andar en bicicleta por la ciudad no es una historia nueva, en el Santiago de hace algunas décadas atrás era común ver a obreros o jardineros utilizando la bicicleta para recorrer largas distancias para llegar a su destino de trabajo y economizar los altos costos asociados que representaba el uso de transporte público.

Hoy en día el panorama ha cambiado, no solo se han diversificado los perfiles de ciclistas que viajan por la ciudad, donde vemos a estudiantes, oficinistas, mujeres con sus hijos/as, personas mayores, y un largo etcétera, sino que también los/as ciudadanos/as se han comenzado a organizar en torno a la defensa y promoción del uso de la bicicleta para su movilidad cotidiana, abogando por distintas causas y ejerciendo diversos modos de acción. Es así como la bicicleta se nos presenta bajo el concepto de dispositivo, el cual desde la lógica de la semiótica sería una estructura configurada para recibir datos y transformarlos, o desde la perspectiva de Foucault, como un elemento que permite justificar una práctica, dando acceso a un campo nuevo de racionalidad.

La bicicleta entendida como un dispositivo es la que ha logrado articular diversas agrupaciones ciudadanas, que por medio de su defensa han movilizado causas, discursos y propuestas para construir una mejor ciudad. De este modo surgen, por mencionar solo algunas agrupaciones en Santiago: Indepecleta, con una defensa territorializada del uso de la bicicleta en la comuna de Independencia; el Fondo Comunitario de Bicicletas Migrantes (FoCo-Migrante), reparando bicicletas en desuso para entregárselas a migrantes que las necesiten para moverse por la ciudad; o Ciclistas Sueltas; quienes promueven el uso y aprendizaje de la bicicleta entre mujeres.

Por otra parte, el activismo en torno al uso de la bicicleta no es un fenómeno aislado para nuestra realidad nacional, también existen agrupaciones de ciclistas en otros países de latinoamérica, lo que ha permitido generar una red de apoyo, diálogo y aprendizaje. Es así como hemos podido conocer la experiencia de #AcopioEnBici en México, donde cerca de 50 voluntarios, posterior al terremoto del año 2017, usaron sus bicicletas para transportar la ayuda de personas que no podían ir a dejarla a los centros de acopio. Asimismo surge el Foro Mundial de la Bicicleta, que se celebra desde el año 2011, donde una vez al año en distintas ciudades de latinoamérica se reúnen las principales agrupaciones de ciclistas de diversos países del continente, para generar una reflexión no solamente sobre el uso de este medio de transporte, sino que también un diálogo sobre las problemáticas urbanas actuales que enfrentan las ciudades y metrópolis acerca de la movilidad y derecho a la ciudad, siendo quizás el único encuentro organizado por movimientos sociales ciudadanos en torno a temas urbanos emergentes.

No obstante, sin desmerecer todos los diversos discursos y defensas movilizadas por estas agrupaciones de ciclistas, creo que el mayor valor y logro que ha tenido este movimiento ciudadano ha sido su capacidad de desplazar el paradigma del transporte para instalar el de la movilidad. El paradigma del transporte es el que entiende y mide los desplazamientos urbanos en función de su origen y destino, buscando la eficiencia de tiempo en estos. En cambio, el de la movilidad considera las experiencias de viaje y sus significados, en términos de sus consecuencias sociales, culturales, económicas, físicas, entre otras (Jirón, 2015).

Es así como podemos observar a la bicicleta en su máxima expresión dispositiva, como cuestionadora de un escenario en donde se beneficia en tanto recursos, políticas y espacialidad al transporte motorizado privado, en detrimento de otros modos más democráticos, como el transporte público, o sustentables, como la caminata y la bicicleta, presentándonos una nueva lógica de racionalidad, el de la movilidad. El movimiento ciclista, de esta forma, aboga no solo por el mayor uso de la bicicleta para la realización de viajes cotidianos, mejor infraestructura y educación vial, sino que propone considerar a ciudadanos y ciudadanas como personas intermodales, que conjugan diversos modos de desplazamiento para la realización de sus actividades diarias, y en donde cada modalidad difiere de la otra, según elecciones personales determinadas por clases sociales, edades, género, comunas de residencia o labores desempeñadas.

Los avances en cuanto a la inclusión de la perspectiva de la movilidad por parte de las instituciones públicas existen, pero aún se presentan como iniciativas muy incipientes. En casi la totalidad de los municipios en la ciudad existen departamentos de transporte ocupados de estacionamientos y patentes, y no de movilidad, para realizar una observación más integral al fenómeno. Por otra parte, las instancias de participación ciudadana institucional en torno al tema de la movilidad cotidiana urbana convocan a un único perfil de ciclista, que cuenta con un capital cultural, político y organizativo, y que representan solo una manera y territorio en el desplazamiento en bicicleta por la ciudad, invisibilizando a otras tipologías de ciclista que no poseen estas competencias.

Los desafíos a futuro en cuanto a la difusión y mayor acceso al uso de la bicicleta en la ciudad para todos y todas son muchos, pero no podemos negar que este dispositivo y sus usuarios en los últimos años nos han demostrado todo su potencial movilizador de discursos y cuestionamientos urbanos. Solo nos queda sumarnos a esta discusión y difundir nuestras propias ideas y experiencias por medio de la bicicleta, para reflexionar y activar la ciudad.

 Fotos Cata 2

Un comentario sobre “La bicicleta: un dispositivo de reflexión y activación urbana

  • el 13 marzo 2020 a las 12:20
    Permalink

    Creo que lamentablemente, si no se sigue insistiendo, llegará el momento en que desaparecerán las travesías en bicicleta, y solo estarán en el recuerdo de los que amamos este medio de transporte, y no tan solo de transporte, sino que es algo ya familiar, en donde se puede recrear la familia, hacer deporte, si se entendiera que es una vida más simple con este implemento , todo sería diferente..culpo, personalmente a la tecnología. Excelente artículo.

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.