11 de Septiembre

Por Miguel Valderrama (1963)*

Recuerdo bien ese día, partió muy temprano en la mañana. Mi papá había ido a trabajar como a las 5:30. El bus que recogía a los trabajadores de la Refinería Ventanas no pasó y después de mucho rato se devolvió a casa. Lo sentí entrar y hablar algo con mi abuelo que ya estaba en pie desayunando. Después mi abuelo entró a mi pieza a despertarme para ir al colegio y le pregunté qué estaba pasando. Me dijo que había un golpe de Estado. Yo no entendía qué era eso, pero me explicó que los milicos querían tomar el poder. Mi papá le había contado que varios camiones con milicos pasaron hacia Valparaíso. En la radio alertaban de lo que ocurría en Santiago. Sonaban marchas militares y ordenaban obedecer a la Junta. Mi papá escuchaba radio Magallanes que llamaba a defender al Presidente.

Me levanté, pero no me mandaron al colegio. Mi abuelo me contaba lo que estaba diciendo la radio y que iban a bombardear la Moneda si Allende no se entregaba. Yo pensé que era solo una amenaza y que nunca harían algo así. Recordaba lo que había ocurrido con el Tanquetazo en junio donde los milicos habían defendido al Presidente.

Mis papás empezaron a sacar libros, los discos de Quilapayún y los pósters y los llevaron al patio. Mi abuelo comenzó a cavar un hoyo bajo el parrón, después echaron todo ahí y lo quemaron.

Ninguno de nosotros era de partido, pero todos habían votado por Allende y por la UP, menos yo que no votaba porque tenía 10 años, pero Allende era el candidato que me gustaba. Recuerdo que fuimos a una concentración en Villa Alemana durante la campaña. Mi papá me subió en sus hombros y pude verlo de cerca con sus anteojos cuadrados y una chaqueta azul de cotelé y cuello con chiporro blanco parecida a una que tenía mi papá.

El 11 en la mañana unos vecinos democratacristianos con banderas chilenas vinieron a gritarnos que éramos comunistas y patearon la puerta del jardín, hasta que pasó una patrulla de pacos que les dijo que se fueran a sus casas. Semanas después los marinos se llevaron preso a ese vecino. Mi papá no era comunista, era el presidente de la JAP, pero nunca fue de partido. Cuando fue la campaña del 70 había construido una X de la UP grande, con luces y la había instalado en un palo muy alto que se veía desde toda Villa Alemana.

No había tele, el canal de Valparaíso estaba cortado y el canal Nacional solo se veía a ratos. En la radio escuchamos los bandos militares y el último discurso de Allende; mi papá le subió el volumen. Cerca de las 12 comenzó el bombardeo a la Moneda; al final cumplieron la amenaza y por primera vez, ví a mi abuelo y mi abuela llorar juntos. Yo pensé que Allende iba a salir para otro país y no le pasaría nada. Después dijeron que se había suicidado, pero no les creí… seguramente lo habían matado.

Yo andaba con un casco de juguete que un tío me había regalado, pero mi mamá me dijo que me lo quitara. Por la tarde pasaban los helicópteros muy bajito y llamaban a apagar las fogatas donde la gente quemaba libros y revistas de izquierda. El día estuvo nublado, había humo y la noche llegó temprano. Todos estábamos encerrados a luz apagada. Durante el toque de queda pasaban las camionetas de los marinos alumbrando con sus focos hacia las casas. Con el tiempo algunos vecinos se fueron y otros, se supo después, estaban presos. Creo que pasó una semana y tuve que volver al colegio. Yo no quería porque a los de la UP siempre nos molestaban.

* Diseñador, licenciado en Diseño PUCV. Docente FAU U. de Chile. 

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