Coloquios Invi 2008: Derecho a la Ciudad. Tercera sesión: Los Derechos Humanos y la Ciudad

Resumen por Carlos Lange

Carlos LangeLa tercera sesión de los Coloquios INVI “El Derecho a la Ciudad y la Vivienda”, denominada “Los Derechos Humanos y la Ciudad. Su Proyección en el derecho a la ciudad y a la vivienda” ofreció el desarrollo de dos enfoques distintos pero a la vez complementarios.

Por una parte, y privilegiando un enfoque particularmente analítico, el sociólogo y Premio Nacional de Ciencias Sociales Manuel Antonio Garretón, abordó los distintos enfoques que, tomando como base la declaración de los Derechos Humanos, convergen en la conformación de un “Derecho de la Ciudad”, enfoque distinto pero complementario al “Derecho a la Ciudad”. Por otra parte, el Sacerdote de los SSCC Miguel Ángel Concha abordó los derechos humanos y su proyección desde la experiencia constitutiva del Campamento Vista Hermosa, y particularmente desde la labor de acompañamiento realizada en la constitución del Comité de Vivienda “Juntos Podemos”.

El inicio de las exposiciones por parte de Manuel Antonio Garretón estuvo marcado por la comparación de dos experiencias urbanas cotidianas. Por una parte, Garretón destaca la impresión que le causa el edificio corporativo de Telefónica en el escenario urbano de Santiago, el cual localizándose en un sector de la ciudad con profundo connotación simbólica como es la Plaza Italia impone su imagen corporativa atentando a la vez, contra la vista a la cordillera a la cual pueden acceder sus habitantes. Asimismo, y desde una perspectiva similar, Garretón describe la acción cometida por grupos de grafitteros, que se apropian de la señalética urbana rayando y en muchos casos invisiblilizándola, sin atender a las peligrosas consecuencias que ello puede tener para el tráfico de la ciudad, como es el caso de los discos Pare u otros.

Frente a ambas situaciones, Garretón se pregunta: ¿qué derecho tiene un grupo de la sociedad para apropiarse del patrimonio que tiene la ciudad?

Dicha pregunta permite abordar, desde una perspectiva crítica, la constitución de un enfoque complementario al “Derecho a la Ciudad”. Para Garretón este enfoque hace referencia al acceso que tienen las personas a gozar de una ciudad con algunas características constitutivas fundamentales. Su origen y desarrollo estaría directamente vinculado a un conjunto de correlaciones presentes en la declaración de los derechos humanos y que decantan y convergen a su vez, en la conformación de este nuevo enfoque.

En este sentido, Garretón plantea que los derechos humanos son inalienables para el hombre en la medida que existen por el solo hecho de SER, y como tal constituyen la base de toda fundamentación. Sin embargo, acota que desde su origen han sido entendidos básicamente como derechos individuales frente al Estado, de aquellos que participan de la polis como el lugar en el que se toman las decisiones. Esta definición resulta fundamental en la medida que permite comprender la importancia social y cultural, que la vida urbana posee en las sociedades contemporáneas.

Como parte de su proceso de desarrollo, Garretón destaca la aparición de los denominados “derechos categoriales”. Éstos extienden explícitamente los derechos humanos hacia las particularidades de diversos grupos sociales, permitiendo distinguir en la constitución de enfoques como los derechos de las mujeres, los derechos de los jóvenes, los derechos de los niños, y los de la tercera edad. Estas distinciones categoriales permiten reconocer las distintas formas y expresiones del “Ser Humano” existentes en la actualidad.

Asimismo, Garretón destaca también la constitución del “Derecho de los Pueblos”. Éstos destacan por ser derechos eminentemente colectivos y que tienen como trasfondo el respeto a las características culturales distintivas de cada grupo social.

Estos distintos enfoques cristalizan en la ciudad, entendida ésta como un espacio de protección frente al “salvajismo” de la vida rural; como un espacio de pertenencia, y como un espacio de participación, de toma de decisiones por parte de las personas. Sin embargo, para Garretón estas perspectivas entran en tensión con aquellos fenómenos más acuciantes de las grandes ciudades contemporáneas, como son la amenaza más que la protección, la segregación y marginación más que la pertenencia, y el sometimiento más que la participación. Todos estos fenómenos reflejarían una pérdida del sentido de “polis” característico de las ciudades.

Sin embargo, y considerando estos antecedentes Garretón plantea y sustenta la importancia de comprender la formulación de “derecho de la ciudad”. A juicio del expositor, los habitantes de las ciudades debieran poder acceder a una polis con ciertas características básicas y fundamentales, como por ejemplo:

  • el derecho a la conectividad y a la comunicación, sin éstos requerimientos la ciudad se constituye no en un espacio de pertenencia sino en un botadero de gente.
  • el derecho a la diversidad y heterogeneidad como factores de equidad y no de desigualdad social.
  • el derecho al autogobierno, ejercido por las personas y no desde gobiernos centrales.
  • el derecho a la seguridad, que está directamente vinculado al anterior.
  • el derecho al medioambiente y a la estética, a la belleza, donde los pobladores se sientan orgullosos de su ciudad.

El otro expositor Miguel Ángel Concha, como parte de su labor realizada como sacerdote en el acompañamiento de las personas y organizaciones del sector, abordó el tema de los derechos humanos destacando la experiencia de la conformación del Campamento Vista Hermosa y particularmente la constitución del Comité de Vivienda André Jarland primero, y posteriormente, del “Juntas Podemos”, que integran más de 150 familias. Dentro de esta experiencia, y como eje central de su exposición, Concha destaca algunos aspectos valóricos que se expresan en las acciones desarrolladas por las personas pertenecientes al campamento en su lucha por lograr mejores condiciones de vida, más dignas, justas e igualitarias.

En este sentido, el sacerdote describe el conjunto de problemáticas a las que han tenido que hacer frente los pobladores, las cuales se inician desde el momento mismo de la constitución del campamento y que han marcado las precarias condiciones de habitabilidad bajo las cuales se ha desarrollado durante sus años de existencia.

Ejemplos de lo anterior lo constituye, desde un punto de vista territorial, los permanentes problemas de inundaciones producto de lluvias y temporales, particularmente los del año 2002, que llevó a los integrantes de la comunidad cristiana del sector a atender a 25 familias en las dependencias de la capilla, y los constantes incendios que han afectado sus casas, donde hace un par de años atrás se quemaron 12 casas de distintas familias, lo que llevó a gran parte del campamento a manifestarse públicamente por medio de protestas y cortes de tránsito en Avda. General Velásquez en pos de mayor atención y soluciones reales por parte de las autoridades.

Asimismo, y en términos sociales, las familias del campamento han debido enfrentarse a una tensa relación con algunos miembros de la población Las Turbinas, circundante a ellas, así como también, al tráfico y consumo de drogas, el alcoholismo y la falta de oportunidades que existen tanto en la población ya señalada como dentro del campamento.

Por último, Cocha destaca la sensación de profundo abandono y aislamiento con que los integrantes del mismo ven el resto de la ciudad, las posibilidades que ésta ofrece y por sobre todo, que marcan sus distantes relaciones tanto con el municipio como con el SERVIU.

Frente a este conjunto de problemáticas, se destaca en la constitución del Comité “Juntas Podemos” y en la organización y activa participación de sus dirigentas, un conjunto de valores que les han permitido avanzar en su lucha por una vivienda y un entorno más digno, como son por ejemplo, el coraje, la valentía, la decisión, el amor a sus hijos, la perseverancia y la solidaridad.

Este último valor, recurrentemente utilizado en la sociedad chilena, posee tanto connotaciones internas como externas. Desde la perspectiva externa, no debe ser confundido con paternalismo por parte de otros actores sociales, como por ejemplo el municipio. Asimismo, se destaca el profundo individualismo, pasividad y falta de sensibilidad que crecientemente se observa en la sociedad chilena en general, la cual tampoco presenta una preocupación permanente y decidida por aquellos que viven en condiciones de vulnerabilidad.

Desde la perspectiva interna, la solidaridad se representa a partir de los afectos, espíritu de lucha y decisión que caracteriza la acción de algunos pobladores. Esta dimensión de la solidaridad debe reflejar tanto los derechos y deberes de la sociedad y en la conformación de barrios integrados y no segregados de la ciudad.

La acción decidida del Comité “Juntas Podemos” les ha permitido acceder, en un principio, a beneficios de luz, agua y algo de alcantarillado por parte de la municipalidad, y posteriormente a los beneficios del Subsidio Habitacional, el que durante el año 2007 benefició a cerca de 30 familias que se vieron favorecidas con la entrega de la primera etapa de casas, y donde actualmente se construye la segunda etapa del proyecto.

A juicio de Concha estos logros son reflejo de la importancia que la organización y participación social canalizada mediante la constitución de comités de vivienda han tenido en le sector, y su importante rol como interlocutor frente al SERVIU.

Junto con ello, la organización y participación social han sido fundamentales para avanzar en el desarrollo de una idea de barrio, que vaya más allá de la mera construcción de vivienda y que permita una mayor integración social entre vecinos y que contrarreste los problemas de drogadicción, de alcoholismo, la falta de capacitación y oportunidades laborales.

Por último, y como otro valor insoslayable, Concha reseña la importancia y necesidad de crear esperanza entre las personas. Para ello destaca la labor realizada por la comunidad cristiana del sector, que ha abierto diversos talleres para niños y jóvenes del campamento. Similar situación ocurre con las ONG’s que participan del sector y por último, el reconocimiento a aquellos jóvenes que habiendo participado en dichos talleres y otras instancias comunitarias han logrado salir adelante y por ejemplo, entrar a la universidad.

En síntesis, ambos expositores plantean dos perspectivas complementarias no solo para entender sino también para promover la convergencia entre derechos humanos y el Derecho a la Ciudad y la Vivienda. Ambas perspectivas resultan importantes de entender, difundir y potenciar en la medida que -como establecen ambos actores- la sociedad chilena carece de conciencia respecto de estas problemáticas y de la labor desarrollada por distintos sectores para avanzar hacia ciudades más justas y equitativas en la distribución de sus beneficios.

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