Foto-ensayo: Día mundial sin autos por Liliane Etcheberrigaray
Imagina un día sin autos, un día donde sea imposible contar con la facilidad de prender el motor y aislarnos del mundo hasta llegar a destino, mientras sintonizamos nuestro disco favorito.
Un día donde tengamos que enfrentar el viento en la cara, la lluvia en los pies, la dureza del pavimento, el frío en las manos y el cansancio en nuestros cuerpos. Tracción humana, interacción. ¿Cómo lo haríamos? Podemos escoger usar nuestras bicicletas, triciclos, caballos y pies.
¿Cómo movilizaríamos nuestros bártulos y herramientas de trabajo? Sin duda necesitaríamos mucha imaginación y estrategias de movilidad, seriamos necesariamente conscientes del contexto inmediato, del estado de la infraestructura, de los peligros, de nuestra propia velocidad y de nuestros pares.
Seríamos observadores empíricos de la inseguridad del territorio y de la profunda inequidad de nuestras ciudades, las que no están pensadas para la interacción armónica de distintos modos de transporte y cuyas distancias entre vivienda y equipamiento no consideran al habitante sin automóvil.
El día mundial sin autos se experimenta cotidianamente en muchos lugares de nuestro país, sólo que en dichos lugares no es una iniciativa anual, sino la manera en que se construye el Hábitat Residencial de muchas familias.
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