Mención honrosa convocatoria de columnas: “Estigmatización territorial y la participación como forma de integración: Un cambio en la vida de la población San Hernán de San Fernando”

Por Alberto Gómez Arancibia* y Marisol Ramírez Arriagada**

La política de reducción del déficit de viviendas en Chile ha generado un conjunto de problemas asociados a la construcción masiva de viviendas sociales, los que van desde la calidad constructiva de las unidades y del hábitat, hasta la segregación urbana. En un plano menos tangible, pero que apunta a la dignidad de los habitantes, afloran sentimientos de exclusión, marginalidad y estigmatización.

La estigmatización (marca o señal en el cuerpo, mala fama)[1] está arraigada en muchos territorios y comunidades, generando segregación, temor y desconfianza, tanto dentro como fuera de los límites de los conjuntos. Por otro lado la imagen urbana, el deterioro de los espacios públicos y de las viviendas consolidan el estigma.

La población San Hernán, de la ciudad de San Fernando, es un ejemplo de barrio estigmatizado. Construida bajo la tipología de condominio social en la década de los 90, está conformada por aproximadamente 100 blocks con un total de 1179 departamentos, habitando en él más de 1100 familias. La población se ubica en la periferia norponiente de la ciudad, un territorio monofuncional donde se han construido la mayoría de los conjuntos de viviendas sociales.

FOTO SAN HERNÁN 03Dada la condición de la población, en el año 2006 fue incluida en el Programa de Recuperación de Barrios, “Quiero Mi Barrio”, iniciativa impulsada en el primer gobierno de Michelle Bachelet y cuyo objetivo era recuperar 200 barrios segregados y deteriorados en todo Chile.

A partir de los diagnósticos sociourbanos realizados por el programa se evidenciaron un conjunto de problemas, todos interrelacionados entre sí. Al deterioro de espacios públicos, la segregación y la falta de conectividad, se sumaban problemáticas de carácter social. Una de las más complejas de abordar fue el profundo estigma con que cargaba dicho territorio, cuestión que podría atribuirse a que el fenómeno de estigmatización territorial posee dos dimensiones: una relacionada con la visión interna, vale decir, el cómo perciben los vecinos el lugar que ellos habitan. Otra que se vincula con la imagen negativa que el barrio proyecta hacia el exterior y cómo ésta es percibida a nivel local, no sólo entre los habitantes de la comuna, sino también a nivel de organizaciones e instituciones públicas y privadas.

“Me acordé de ese tiempo cuando recién llegamos a vivir a esta población, el bus me dejaba en la Independencia, a pie, y nos veníamos solas caminando para adentro. Aquí era enfermante salir en la noche, aunque no fuera tarde… Todos los grupos en las esquinas… Las micros y los colectivos no entraban acá porque, según ellos, vivían puros patos malos. A mí me daba entre pena y vergüenza…”[2]

Si bien, al comienzo el barrio se caracterizó por la emergencia de iniciativas comunitarias, especialmente a nivel de las copropiedades, con el paso de los años comienzan a gestarse al interior de la población hechos delictuales de alta connotación periodística, protagonizados principalmente por jóvenes. En menos de una década, el barrio pasó de ser la suma de los anhelos de un grupo de familias de esfuerzo, a ser el “barrio crítico” de la comuna, e incluso de la región.

Un cambio positivo a través de pequeños episodios de participación

La llegada del programa “Quiero mi Barrio” representó para los habitantes una oportunidad. La emergencia de proyectos gestados participativamente, orientados a recuperar sus espacios públicos y de copropiedad, les permitió comenzar a mirar su barrio de otra manera. Pero, tanto o más importante, fue el trabajo social que se desarrolló en el barrio, cuyo motor principal fueron los propios vecinos y que permitió la lenta recomposición del tejido social, la generación de lazos de confianza y el surgimiento de liderazgos propositivos.

Un ejemplo de ello es el paulatino cambio de actitud de los vecinos respecto a mostrarse como habitantes de este territorio frente al resto de la comunidad sanfernandina. En la ciudad se realizan anualmente desfiles aniversario, al que son convocadas las fuerzas vivas de la comuna. El año 2008, fueron invitados a participar por primera vez los vecinos de San Hernán. Pese a que existió un acuerdo de asamblea de asistir al evento, el día del desfile sólo concurrieron un número aproximado de 12 personas. La conclusión de los vecinos respecto a la escasa convocatoria fue que la mayoría sentía vergüenza de mostrarse como residentes de San Hernán.

FOTO SAN HERNÁN 02La “fiesta de la primavera” fue otra actividad ante la cual los vecinos se mostraron dubitativos. Se trató de una iniciativa generada por líderes barriales a la que se invitó a participar a varios barrios del sector poniente. El primer año que se realizó esta actividad, los vecinos decidieron hacer un circuito sólo al interior del barrio. No obstante, los años siguientes comenzaron, gradualmente, a salir de él y a mostrarse ante los demás habitantes de la comuna con un sentimiento que ellos mismos denominaron “orgullo barrial”.

“…Hoy en día el estar de la población ha cambiado muchísimo, la autoestima. Ya no es la población San Hernán sino que el barrio San Hernán” [3]

Desde hace algunos años, el barrio San Hernán no solo realiza actividades propias, sino que también se encuentran incorporados al programa oficial de fiestas de la comuna, siendo reconocido como uno de los sectores que realiza eventos que ya se han convertido en tradición comunal [4]

“…De mi casa a la esquina a tomar el bus me demoraba dos o tres minutos, ahora me demoro media hora o una hora porque “hola vecina, hola vecino”. Todos nos empezamos a conocer, conozco a la vecina del otro block… eso es lo bonito”[5]

Revertir el estigma de una comunidad y promover la integración requiere de un trabajo profundo a nivel de las personas, fortaleciendo lazos de confianza, contribuyendo a que afloren elementos positivos, y promovendo la riqueza humana con que cuentan las comunidades. En el trabajo con la comunidad de San Hernán, vecinos y profesionales han aprendido que la regeneración barrial también es, y sobre todo es, una regeneración humana y comunitaria.

[1] Olga Segovia (2005) Habitar en conjuntos de vivienda social: ¿cómo construir identidad, confianza y participación social? “Los Con Techo Un desafío para la política de vivienda social” Editado por Alfredo Rodríguez y Ana Sugranyes. Ediciones Sur 2005

[2] Testimonio vecina San Hernán, grupo focal mujeres, Programa Quiero mi Barrio, 12 de marzo de 2008

[3] Daniel Rojas, vecino de San Hernán. En “Tiempo de recordar…mi barrio San Hernán” Ministerio de Vivienda y Urbanismo, SEREMI MINVU O’Higgins. (2013)

[4] Revisar los siguientes enlaces: http://www.munisanfernando.cl/noticias-municipales/1032-comunidad-se-volco-a-las-calles-para-presenciar-primer-desfile-del-barrio-san-hernan

https://www.youtube.com/watch?v=Daz_5rrZ_XE

https://cronicanoticiosa.com/2014/03/01/retomando-las-tradiciones-en-la-capital-de-colchagua-san-fernando-ya-tiene-reina-del-verano/

[5] María Becerra, vecina de san Hernán. En “Tiempo de recordar…mi barrio San Hernán” Ministerio de Vivienda y Urbanismo, SEREMI MINVU O’Higgins. (2013)

 

* Arquitecto, Magíster en Hábitat Residencial

** Asistente social, Licenciada en Trabajo Social

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