Más tacos, más autos: El círculo vicioso en Quilicura

 por Daniela Molina, egresada de Arquitectura, Universidad de Chile.

La comuna periférica de Quilicura, al norte de Santiago y rodeada por la autopista Vespucio Norte y Panamericana, ha sido foco de una expansión desenfrenada en las últimas décadas. Esto ha desatado problemas de movilidad tanto para los vecinos que ya residían ahí, como para los nuevos habitantes, ya que comenzó a recibir proyectos inmobiliarios de vivienda social, emergente y de clase media, sin un criterio aparentemente claro y sin adecuar su estructura urbana para lo que la gran cantidad de familias nuevas traería: su automóvil particular.

Esta comuna pasó de una importante actividad agrícola, a ser testigo de las necesidades de expansión urbana de la ciudad, atrayendo en primer lugar a la industria por su situación periférica, y luego el interés inmobiliario por la gran cantidad de espacio de que dispone. Sin embargo, la situación urbana de la comuna ha complejizado el panorama para todos sus habitantes, generando experiencias de movilidad cotidianas terribles, y desencadenando muchas veces en la idea de que la solución es el auto.

Por un lado la situación de Quilicura en cuanto a accesos es crítica. La mayor cantidad de habitantes de esta comuna se concentra al norte de la autopista Vespucio Norte y al poniente de la autopista Panamericana, por lo que, tanto salir como entrar a Quilicura, se vuelve un caos. Esto no solo porque estas autopistas actúan como un muro perimetral para la comuna, sino que se suma la presencia de camiones que transitan permanentemente por ellas debido a la gran presencia de industrias en la zona, y además, porque “compartimos una vía con todo el país”[1], la carretera Panamericana, que es la que conecta principalmente a Quilicura con el centro de la ciudad.

Por otro lado existe una muy precaria planificación y organización dentro del territorio. Las calles locales son estrechas, pensadas para un tránsito que está muy lejos de ser el actual, y no están preparadas para el sistema de transporte público metropolitano, por lo que es muy difícil ver un bus de Transantiago articulado, a pesar de la gran cantidad de habitantes que aquí se concentran y que va en alarmante aumento. Estas calles además de ser estrechas y mal equipadas, son precisamente las calles de acceso y salida de la comuna que conectan con Américo Vespucio, por lo que no solo transitan por aquí todos los recorridos de Transantiago, sino que también todos los automóviles particulares de la comuna, y que luego en la autopista, se unen a todo el flujo de camiones y demás vehículos que hacen uso de la circunvalación.

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Taco en autopista Américo Vespucio Norte a las 14 horas

Las complicaciones de conectividad son iguales para quien usa el transporte público como para el automovilista. Los habitantes de esta comuna están acostumbrados a los atochamientos y debido a esto muchas personas ocupan diferentes estrategias para sus viajes como por ejemplo

“Hoy es viernes así que yo prefiero quedarme dando vueltas en el centro antes que irme a la casa. Es que siempre hay taco los viernes porque a la gente le gusta salir de Santiago por el fin de semana”[2].

Autopista Vespucio Norte en dirección al acceso suroriente de Quilicura. 20:50 horas.
Autopista Vespucio Norte en dirección al acceso suroriente de Quilicura. 20:50 horas.

Los automovilistas por su parte buscan rutas informales. Debido a que Quilicura colinda con Lampa y Renca, estas comunas se vuelven foco de interés para encontrar caminos ocultos o en predios privados, que conectan con algún punto menos atochado de la comuna.

“Yo me voy por Renca en vez de tomar la ruta 5 (Panamericana). Me meto por el cerro, y llego por Valle Grande. Ahí hay que atravesar Vespucio no más, pero te evitai el taco de la carretera”[3]

Ruta informal de acceso a sector poniente de Quilicura por Av. Lo Echevers.
Ruta informal de acceso a sector poniente de Quilicura por Av. Lo Echevers.

La situación de Quilicura es actualmente muy compleja para quien debe salir diariamente a otro punto de la ciudad, sin embargo los habituales atochamientos y complicaciones preexistentes que presenta la comuna no han desanimado a la población de adquirir un auto propio, sino que, muy por el contrario, las personas ven este medio de transporte como la única solución a su mala calidad de vida.

“Pero para qué me voy a ir apretado, mejor paso el taco en mi auto con aire acondicionado escuchando música, si al final taco va a haber siempre”[4]

La compra de un auto para la familia de clase media y baja tiene, en nuestra sociedad, diferentes significancias y representa más que un medio de transporte, un elemento de

estatus, realización, libertad e independencia. Además, la adquisición de un auto hoy en día es cada vez más asequible (mejores precios, más oferta y fácil endeudamiento), por lo que son cada vez más las personas que pueden acceder al primer automóvil.

Este proceso de automovilización de la clase media baja es transversal a toda la ciudad y es principalmente fuerte en la periferia donde se concentran quienes viajan por más tiempo y más kilómetros diariamente. Quilicura, a pesar de sus fuertes limitaciones en cuanto a movilidad, no ha sido ajeno a este fenómeno, y sus habitantes optan cada vez más por el bienestar individual que puede otorgar el auto, acrecentando la presencia de más automóviles, empeorando cada vez más la situación y resignándose ante la idea de que algo pudiera mejorar.

[1] Cita extraída de comentarios en redes sociales, acerca acerca de la causa de los tacos. Grupo de Facebook “No eres de Quilicura si no…”

[2] Cita extraída de conversaciones informales en el recorrido 3015e. Viernes 21 de octubre, 16:30 horas

[3] Cita extraída de comentarios en redes sociales, acerca de rutas alternativas para ingresar a la comuna. Grupo de Facebook “No eres de Quilicura si no…”

[4]  Cita extraída de comentarios en redes sociales, acerca de la necesidad de comprarse un automóvil para sobrellevar el taco. Grupo de Facebook “No eres de Quilicura si no…”


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